sábado, 1 de septiembre de 2018

Análisis del vídeo: "La gestión Educativa para el siglo XXI" por el Dr. Joaquín Gairín.


Análisis del vídeo: "La gestión Educativa para el siglo XXI" por el Dr. Joaquín Gairín.




La gestión educativa es primordial en la consecución de los objetivos institucionales. Esta debe ser vista como medio y soporte de las actividades académicas en lugar de ser un estorbo o subordinar lo último a lo primero.  Sin embargo, en la práctica esto es lo que sucede.

Según el Dr. Joaquín Gairín en su conferencia “La gestión educativa para el siglo XXI: Retos y Alternativas”, impartida en el marco del XXI Simposium de Educación: Educar para habitar el siglo XXI (2014): “Lo que pasa en aula a menudo no es suficiente para producir cambios o transformaciones ya que pasan por muchos profesores y es necesario un proyecto de centro y coordinación.” Ahí es donde se hace imperante la necesidad de una excelente gestión escolar que integre a todos los actores para garantizar el éxito del proceso y del año escolar. Una gestión que trace tenga y respete líneas de trabajo y políticas institucionales; esto es: “el trabajo colectivo como complemento de un buen trabajo en el aula y con los escolares.”

Si queremos lograr una mejora significativa en la calidad de la educación a través de la gestión escolar se hace necesario realizar el siguiente ejercicio mental y colectivo de reflexión que sirva de diagnóstico para la institución educativa: primero, se debe considerar para qué queremos los centros educativos; segundo, ¿cumplen éstos la función para la que fueron concebidos?; y, tercero, ¿qué más podrían hacer para cumplir esta función? y si no la cumplen: ¿cómo podemos incidir en ellos para que se logren los cambios necesarios?

Respondiendo a cada interrogante planteada anteriormente, en orden de enumeración, diremos que:

1) Las instituciones educativas sirven para formar ciudadanos comprometidos con preparación técnica y valores para su inserción en el ambiente laboral. Este es el objetivo de las escuelas: la construcción de la ciudadanía. Sin embargo, a menudo, este noble proyecto se amenazado por una mala gestión escolar, la cultura y los actores. Es necesario que haya sinergia entre la sociedad, la familia y la escuela para promover la ciudadanía como “estructura de poder” y teniendo por referente a “lo democrático, social, paritario, intercultural y ambiental”; y por competencias, “el humanismo y el compromiso social”.

 2) Si cumplen o no de su función dependerá de lo dicho en el punto anterior. Si cumplen, se estará formando verdaderos ciudadanos y originando cambios con impacto en la sociedad. Si, por el contrario, no cumplen con su objetivo o función es muy probable que se estén dando estas situaciones: a) las escuelas hacen políticas muy instrumentalistas y tecnocráticas -no piensan en el ciudadano en formación, sino en intereses generales que determinan factores externos como el contexto socioeconómico, las necesidades de los trabajadores y orientaciones organizaciones internacionales; es decir, no dan cabida a la persona, sino que se la ve como un producto u objeto; b) en las instituciones se contradicen los actos y los principios asumidos y se contaminan priorizando criterios de calidad que entorpecen lo académico y lo subordinan a lo administrativo y normativo; c) los centros cuentan con autonomía autolimitada, desintegración o poca integración de los docentes y burocratización de todos sus procesos.

Las políticas educativas se han caracterizado por perseguir rendimientos o resultados de tipo cognitivo y normativo, sin considerar otros aspectos importantes como las personas. Esto da lugar a centros con autonomía institucional autolimitada, proyectos educativos burocratizados; participación limitada de docentes y una dirección poco eficaz para promover el cambio. Los centros educativos con sistemas de gestión afuncionales: no emplean su autonomía al máximo ni procuran ejercerla o reivindicarla; sus proyectos resultan en meras declaraciones de intenciones ya que los docentes no llegan a conocerlos al no ser involucrados en los procesos de creación de políticas educativas. Cuando los mecanismos de gobiernos se centran en las normas y lo administrativo y cada vez menos en las personas, se nos roba todo el potencial de formar ciudadanos críticos, comprometidos, competentes y con valores; es decir, se ve impedida la función de la escuela y de su gestión.

3) Hay que considerar ahora lo que se debe hacer para que las instituciones educativas cumplan su objetivo cívico. Para esto, debemos ver el cambio externo permanente como reto y oportunidad (constantemente hemos de buscar soluciones e innovar y siempre aportar desde nuestro espacio de acción para que pueda darse el cambio); crear y gestionar los cambios; y analizarlos y aprender de ellos. El cambio solo podrá darse si estamos integrados al momento de insertar pequeñas mejoras y aportaciones que provengan de procesos reflexivos y no de rivalidades, intrigas y miedos a colaborar con ideas. El cambio es, por tanto, el resultado de la “suma de muchos elementos”.

En el mismo orden, se hace imperioso comprender que el cambio es el resultado de acuerdos y sinergias diversas dadas sistémicamente a través de mejoras que son constantemente analizadas, evaluadas y reemplazadas por otras más apropiadas o reforzadas por el instrumento que lo promueve, refuerza, dota de recursos y líneas de trabajo y apoya: la gestión. Los cambios deben ser vistos como la oportunidad de hacer mejoras constantes. Para lograr la efectividad de un cambio es necesario que este proporcione un desarrollo “curricular, organizativo, comunitario y profesional”.

Una gestión tradicional o de jefes ve limites y problemas, la moderna y de lideres ve las posibilidades y soluciones ante una situación dada. Así, podemos decir que una gestión escolar propiamente dicha es capaz de “transformar principios, supuestos e ideas en acción, operativizar y sedimentar procedimientos y combinar la acción con la reflexión.” Si una gestión pierde su finalidad, esto es, verse a si misma como un fin y no como un medio supeditando todo a las normativas, la eficacia y la eficiencia estamos ante el umbral de los límites de la misma, que en todo caso han sido auto impuestos. Una gestión escolar de este tipo, fin y no medio, se convierte en un proceso mecánico, sin alma, y que no considera a las personas que participan del mismo como lo más esencial. Se ha distorsionado el concepto de gestión. Como hemos dicho anteriormente, la gestión ha de ser un medio o instrumento al servicio de la educación y al servicio de la sociedad, nunca un fin.

En nuestras escuelas dominicanas frecuentemente encontramos el paradigma de dirección para el mantenimiento o de jefes donde impera una gestión autocrática, centrada en el control y en sí misma, que trabaja con las personas, pero no las valoriza; y los recursos son vistos como fin. El punto de referencia en este modelo es la misma institución. Sin embargo, nuestros centros anhelan una gestión más participativa que normalista, centrada en el cambio, que actúa con las personas, valorando sus ideas y haciéndolas participes del cambio deseado; ve los recursos como medio y no como una pieza condicionante de la realidad; y toma a la sociedad como referente ya que entiende que la educación concierne a todos y “todos hemos de dar respuesta a este proyecto colectivo.” Esto es una verdadera gestión para el cambio.

Para transformar esta situación entendemos que la gestión debe apoyar lo académico implementando cambios curriculares que conduzcan al uso de metodologías de enseñanza-aprendizaje activas donde se incorpore el estudio de casos (conflictos cognitivos), el uso al máximo de los recursos educativos disponibles (usualmente esto no ocurre debido a la falta de conocimientos y motivación por parte de los docentes) y los aprendizajes más recientes sean enlazados constantemente con los previos haciendo el proceso más significativo.  Además, se reforzar el trabajo de los docentes y valorarlos en su justa medida como agentes de cambio ya que sin las personas no se dan los cambios; aportar más recursos y promover capacitaciones, la colaboración, una diversidad conciliada en métodos y personas diferentes, y el aprendizaje a partir de errores. Entendemos que el mejor directivo es aquel capaz de integrar a todas las personas. En nuestros centros no hay una cultura de apoyo a la diversidad de profesores, sino de uniformidad (están tan enfocados en la diversidad de estudiantes y lo administrativo que descuidan al personal); y tampoco la hay de tipo colaborativo, sino competitivo. Compiten entre ellos en lugar de propiciar alianzas de reflexión para avanzar todos juntos en la consecución de formar ciudadanos. Esto es un reto colectivo, no individual. “Una sociedad será buena en la medida que todos sus recursos tengan el mayor nivel de formación”. Por otra parte, al estar inmersos en la competición y en la aplicación de lo normativo, descuidan a las personas y las decisiones son tomadas basadas en lo administrativo y lo económico y no en lo académico.

De acuerdo con el Dr. Garín, también, es necesario humanizar la educación planteándonos las cuestiones conceptuales, metodológicas, operativas y de la profesión o vocación. Es decir, “qué tipo de diversidad es aceptable y que tipo de uniformidad queremos sin perder la coherencia (cuestión conceptual); cómo hacemos para incorporamos personas que llegan a los centros con familias desintegradas o en aluvión (cuestión metodológica); cómo propiciar el trabajo cooperativo en las aulas, introducir cambios pequeños o mejoras y darle tiempo al cambio (cuestión operativa); y qué concepto tenemos todos del profesor y su vocación. Con respecto al último aspecto diremos que “el profesor no es un empleado, es un actor principal del proceso: o se incorpora de manera activa o no se darán los cambios”. Por tanto, es primordial que las personas, en especial los docentes se sientan parte de la institución y que entiendan que lo que hacen crea valor interno y externo al centro; que “no solo hagan sus tareas, sino que lo disfruten y no solo esto, sino que contribuyan con cambios sociales y culturales”. El maestro tiene un compromiso social que trasciende el simple hecho de “dar clases e irse”.

Desde el Ministerio de Educación se deben impulsar políticas y reformas educativas que involucren y no excluyan a los actores del proceso. Ahí reside gran parte del éxito en las reformas educativas. Una tentación es creer que las transformaciones integrales se darán en poco tiempo y descartando modelos pasados y presentes en beneficio de los futuros. Otras alternativas al problema, de acuerdo al Dr. Gairín, comprenden:  i) ver las ideas como fuerzas de cambios y orientarlas a la acción; ii) fortalecer la ciudadanía; iii) renovar la formación, reestructurar los centros educativos y promover nuevos modelos. Todo esto es preciso hacer para adecuar el modelo educativo y de centro al social en que existe una sociedad “globalizada, multicultural, despersonalizada, tecnológica avanzada, en cambio permanente y de tipo mercantilista”. Por otra parte, resulta alentador para el destino educativo nacional el hecho de que actualmente se están llevando a cabo una serie de cambios: una renovación de estudios universitarios, capacitaciones, evaluaciones, reformas curriculares y emisión de ordenanzas acordes a estos cambios.

En conclusión, una gestión escolar adecuada es aquella en la que: a) las organizaciones no se encuentran centradas en sí mismas sino en la sociedad; b) se planifica para el futuro partiendo de un contexto o realidad concreta; c) se promueve el cambio constante; d) las personas son consideradas como los elementos y agentes de cambios más importantes; e) se crean espacios de reflexión y progreso para conciliar el modelo social (la sociedad), educativo, de centro educativo y de organización y gestión. Se está, pues, delante de un modelo de gestión comunicativo, con perspectiva y participativo.


 Wilfred Joel Castillo Guzmán

  


Referencias bibliográficas

·         Casassús, J. (1998). Acerca de la práctica y la teoría de la gestión: Marcos Conceptuales para el análisis de los Cambios en la Gestión de los Sistemas Educativos. Consultado en: www.scribd.com/doc/12667410/gestionbuscadelsujeto.

·         Casassús, J., UNESCO. (2000). Problemas de la gestión educativa en América Latina (la tensión entre los paradigmas de tipo A y el tipo B). Versión preliminar. Consultado en: http://www.lie.upn.mx/docs/Especializacion/Gestion/Lec2%20.pdf

·         Correa de Urrea, A., Álvarez, A., Correa V., S. (2000). La gestión educativa, un nuevo paradigma. Fundación Universitario Luís Amigó. Recuperado en: http://virtual.funlam.edu.co/repositorio/sites/default/files/6lagestioneducativaunnuevoparadigma.pdf


·         Fronteras Educativas et Gairín, Joaquín. [FronterasEducativas]. (2014, mayo 30). Dr. Joaquín Gairín: “La Gestión Educativa para el Siglo XXI”. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=gMzGvbrHOmg.

·         Director Escolar. [DirectorEscolar]. (2010, noviembre 1). La Dirección Escolar, (un nuevo modelo) para el siglo XXI. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?time_continue=18&v=lSTvZGRsYF0.

·         Mäder, A. [Adrian Mäder]. (2014, diciembre 1). Perfil del directivo exitoso: tres ejes. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=AEqjDBbXbQw.

·         R., L. [Leo R.]. (2012, junio 8). Características del Gerente Educativo. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=_KtExjRh4Cs

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